Se preguntarán quién es Sara. Es mi mejor amiga. Sí, vamos por la vida cosechando amistades, pero ella es la mejor amiga que me ha dado la vida: mi hermana.
Los cinco años mayor que yo, podrían ser una justificación para no llevarnos bien, pero no es así. Mucho de lo que soy, se lo debo. Gracias a ella soy buen consejero -no lo digo yo, lo dicen quienes me han pedido consejos y les digo lo que no quieren escuchar: la verdad-; soy crítico -gracias a cada patán del que se enamora. Quizá no sean tan nefastos, pero pueda que se trate de celos de hermano-; soy enojón y berrinchudo -mi hermana me enseñó cómo- pero también soy buen ser humano; no tan bueno y noble como mi hermana, pero lo soy.
Nunca lo había dicho pero la primera vez que escuché a un paciente decirle a mi hermana "doctora", me di cuenta que había crecido. Pero aunque pasen los años, siempre será "mi niña".
Sara: te admiro en todos los sentidos. Además, nuestros padres te pusieron el mejor nombre de la vida, tan sonoro, enérgico, corto y mágico. Eres de las 5 mejores cosas que me han pasado en toda la vida. Sigue llenando a todos los que te rodeamos con tu alegría, energía, berrinches y luz. Yo, a cambio, prometo seguir junto a ti molestándote y riéndonos de nuestras fechorías. ¿Recuerdas cuando ese chavo pasó por ti a la escuela de inglés, se te cayó la carpeta e hiciste el oso de tu vida? ¡Cómo olvidarlo! Si todos tuvieran a una Sara junto a ellos, todos serían felices -y criticones, además.-
Dicen que a los hermanos nos los asigna Dios y que los amigos son los hermanos que nosotros elegimos. Debes estar segura, Sara, que si no fueras mi hermana, te buscaría en cielo, mar y tierra, en cualquier rincón de este planeta, para tener lo más valioso que me das: tu amistad.
¡Feliz cumpleaños, moñitas!