- dejemos de creer que llegará un presidente mesías a sacarnos del hoyo. Esperanzarnos cada 6 años, decepcionarnos y volver a ilusionarnos a los otros seis ¡no debe ser!
- entendamos que los políticos son nuestros trabajadores y no los salvadores. Exigirles como lo hacen los franceses. No esperar a que nos hagan "el milagro".
- seamos justos y sinceros. Esto implica que también admitamos cuando la "regamos" y las consecuencias no nos beneficien, como cuando te pasas un alto y te multan. Ya no vivas bajo la frase "si no tranzo, no avanzo". Si pierde el otro, con el tiempo, también tú perderás.
- dejemos de excusarnos y poner pretextos. Si te justificas, jamás aprendes la lección.
- dejemos de culpar a los demás por lo que nos pasa. Finalmente, nosotros somos quienes construimos el propio camino.
- abandonemos la mediocridad y el conformismo.
- nos preocupemos por la educación. Y al hablar de educación no me refiero a sólo ir a la escuela, sino a leer, investigar, ver cine o música de todo tipo, por ejemplo.
- veamos por los otros. Dejemos la apatía.
- contagiemos a los otros con lo bueno que tengamos.
Es posible un cambio. Y cada uno lo podemos hacer desde nuestras trincheras. Los profesores desde su salón de clases, el mecánico desde su taller, el diputado desde su curul. Y siempre con la idea de dar lo mejor de sí.
Una revolución permanente se dará desde las ideas y el corazón. Jamás desde las armas.