21/6/09

Bajo la lluvia





Mientras escribo esta entrada, se oye el sonido de la lluvia chocando con el pavimento ; miro la ventana y, los vidrios mojados por afuera y el olor a tierra húmeda son la mejor combinación existentes. Me fascina la lluvia. Mi madre dice que es porque, el día que nací, llovió muy duro.



Hace algunos días caminaba por el centro de la ciudad y comenzó a llover fuertemente. La gente se refugiaba de la lluvia; otros corrían queriendo librarse de ella.



Es gracioso ver cómo ancianitas que en días sin lluvia caminan lentamente, pero con aguaceros, hasta corren. No entiendo de dónde obtienen velocidad. ¿Por qué la gente no disfruta de la lluvia? ¿Por qué no siguen caminando bajo ella? Al observar a toda la gente debajo de los techos de los locales, me hizo pensar que es un instinto primitivo del ser. En la prehistoria, mientras llovía, se refugiaban en sus cuevas y no salían hasta que cesara; ahora, en sus casas, y a falta de ellas, en los techos de los negocios.



La gente dice que si se moja, se enferma. Ese es un mito. Se enferma sólo si no se moja la cabeza. La cabeza es la que regula nuestra temperatura y si se mantiene seca y el resto del cuerpo se moja, se causa un choque de temperaturas causando así un resfriado. Y al llover, lo primero que se cubren es la cabeza, causando así choques de temperatura y por tanto, resfriados. Diferente sería si la gente disfrutara de la lluvia.



No logro entender de verdad por qué la gente se deprime con los días grises. La felicidad y alegría deberían ser independientes al estado del clima.



Odio los paraguas, los impermeables, y los truenos, pero amo la lluvia. Amo sentir cómo cae el agua en mi cara y la recorre. La amo porque me hace sentir vivo. Amo brincar en los charcos; amo sentir el frío en mi cuerpo y luego sentir el calor de una ropa seca acompañado de un chocolate. Amo viajar y ver la lluvia en el parabrisas, amo las nubes grises, amo los charcos, o una buena compañía bajo el agua. Amo los días lluviosos como hoy.