25/1/14

Hasta siempre, abue


El tapiz de su cocina

Es 11 de enero. De nuevo el once y sus múltiplos rigiendo mi vida. Tengo un presentimiento y me duermo angustiado. Esa madrugada, a diferencia de muchas, recuerdo mi sueño. Me levanto, veo el reloj. 2:25 de la mañana. Duermo y sueño lo mismo. Me levanto, veo el reloj. 6:15 de la mañana. Mi corazón late fuertemente. Estoy acostado pensando mientras veo el techo de mi habitación. A las 8:25 el celular me despierta. Es mi hermana. 

–Acaba de morir mi abuelita- me dice. –Pasó una noche muy mal y murió hoy a las 8:10.

Cuelgo el teléfono y comienzan los recuerdos. 

***
Es abril de 1975. Faltan 6 meses para que mi mamá cumpla 15 años y su papá acaba de morir. Desde ese momento, su vida y la de su familia cambiarán. Y no le quedará de otra a mi abuela más que sacar adelante a sus hijos. Y en una época machista, en donde los únicos proveedores eran los hombres, María lo logrará.

***
Sigo viendo el techo del cuarto mientras recuerdo mi infancia. Me vienen a la mente los viajes a San Luis. Y en ellos tengo inolvidables momentos con María. Recuerdo cuando íbamos al mercadito. De una mano llevaba el carrito con una prima adentro y, con la otra, la abuela tomaba mi manita. Luego recuerdo cuando la acompañaba a la "hora santa", me quedaba dormido y ella me recargaba en su brazo.

Me levanto y comienzo a preparar mis cosas para ir al funeral.


***
"En esta batalla no está sola". 
Es 2008. Estoy en San Luis porque María está decaída. Las quimioterapias le han arrebatado el cabello y mucho peso. Ni parece la abuela regordeta de mi infancia. Está en su cuarto que se ha transformado en un minihospital. Por muy obvia que es la respuesta, le pregunto cómo está y me dice que pelona. Antes de regresar al D.F. le digo que la próxima vez que me viera, la sorprendería. 

La siguiente vez voy rapado. Le digo que no está sola y que andar pelón está de moda. Después se nos llenan los ojos y la garganta de nostalgia. Cuando la gente me veía, me preguntaba por qué me había rapado. Nunca les dije porque fue un secreto entre ella y yo.



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Para muchos, María fue dura. Quizá; pero para sacar adelante a una familia numerosa tenía que serlo. Eso o la sociedad se la comería viva. Una de las veces que me quedé de vacaciones con ella, solté en llanto mientras el cavalier guinda de mis papás se alejaba. En lugar de abrazarme o consolarme, me dijo:
–No sea, chillón. Tan grandote y tan llorón-.
Y yo de 10 años solo la veo y sollozo. Esa tarde, María hace gelatina y atole para el chillón.

Para muchos, María fue dura; pero para mí siempre fue aprendizaje. Para mí es la mujer más fuerte que he conocido en mi vida. Para mí, María es sinónimo de fortaleza y de ganas de vivir. Venció el cáncer en 2 partes diferentes. Y no solo cáncer. Un montón de enfermedades. Finalmente su corazón se detuvo a los 88 años. El once y sus múltiplos en mi vida.

María no fue la típica abuela cariñosa. Cuando la abrazabas, te daba dos o tres palmadas en la espalda y ya. Ella mostraba el cariño a su manera. Y todo le gustaba hacerlo a su manera. Tan es así, que dejó hasta la mínima instrucción para su funeral. Creo que de ella heredé hacer las cosas como quiero. Y le heredé otras tantas, como el no poder dormir con calcetines, el malestar estomacal al comer durazno. Ah. Y también las orejotas.

*** 
Soy de esos que nunca sueña. Pero ese 11 de enero fue diferente. Cuando mi abuela estaba agonizando, soñé que se caía y se lastimaba. Me causó mucha angustia. Pero a dos semanas de su muerte, la sueño de nuevo. Pero esta vez es la abuela regordeta de mi infancia. Y está inmensamente feliz. Despierto con una sensación de paz. No creo en el cielo ni en el infierno. "Los actos del hombre no merecen tanto", dice Borges. Pero somos energía que se va a alguna parte. Hoy, María es parte del universo nuevamente. Es todo y nada a la vez. Hoy está nuevamente en casa.

***
Es 2009, un sábado por la mañana. María está en su cama. Mis tías y mi mamá están haciéndole el desayuno. Entro a su cuarto y la veo observando fijamente el cielo a través de la ventana. Le doy un beso en la frente y comienzo a platicarle cómo me va en la universidad mientras sobo sus pies. Seguimos platicando. Poquito porque cada vez habla menos. De la nada le pregunto:

–Abue, si hubiera sido un animal, ¿cuál le habría gustado ser?
Ella me ve, se queda pensando y luego de varios segundos, me dice:
–Una mariposa.
Le pregunto porqué.
–Porque tienen la libertad de andar en donde quieren. Además, sus colores son bonitos. Son libres.

***
Después de 5 horas eternas de viaje, llego a la funeraria. Veo la pantalla de los servicios funerarios, leo "María Silva Castillo. Piso 2". Siento un inmenso nudo en el estómago, doy la vuelta y mientras camino para subir las escaleras, una gran pintura al óleo de una mariposa me observa. Cruzamos miradas y unas lágrimas se me escapan al recordar que ella había elegido la mariposa.

El sol comienza a ocultarse detrás de un cerro. Recién acabamos de enterrar a María. Es el día más triste de mi vida. Los mariachis aún se escuchan. Yo ya no tengo lágrimas. Creo que acabo de llorar todas las que un hombre tiene. Busco un poco de soledad. Camino entre las tumbas y me encuentro una mariposa verde con azul revoloteando en medio del clima desértico de San Luis y en ese momento me doy cuenta de que María, mi abuela, siempre estará conmigo.

***
Te extraño, abue; pero sé que estás conmigo hasta el fin.
Siempre te lo dije y siempre lo creeré: eres la mejor cocinera del mundo. 
Nadie iguala tu sopa de fideos ni tus frijolitos ni tus tamales. 
Tampoco nadie igualará tus tiernos ojos verdiazules.
Gracias por tu fortaleza y enseñanzas. Gracias por todo.
Te amaré siempre. 
Javito.
"Hoy regresas a casa". @javiermarlo en Instagram. Enero 13, 2014.