24/10/12

A morder la mano que te dará de comer

Era el año 2000. Recién había entrado a la secundaria. Aún recuerdo el entusiasmo que teníamos la mayoría de mis compañeros púberes y yo por la victoria de Vicente Fox. A esta escena añádanle que todo sucedía en Salamanca, una ciudad de Guanajuato, la tierra panista por excelencia. "Este país va a cambiar", "Ahora sí es el bueno", "Muera el PRI". Ingenuos todos nosotros.

Fue justo ese júbilo de aquel verano y los seis años siguientes, los que hicieron que me diera cuenta de algo: la política de este país es mesiánica. Creemos en alguien, lo apoyamos, nos desgarramos por él, llega al poder, no hace nada, lo repudiamos, pero no aprendemos: a los otros seis años volvemos a creer ciegamente en algún otro politiquillo. De aquí mi apatía desde 2006 por Andrés Manuel López Obrador, el mesías y víctima por excelencia, y al movimiento #YoSoy132.

No es desesperanza; de hecho creo que este país algún día será tan grande como su gente quiera; pero estos años he aprendido que el cambio lo hace uno mismo: desde su trinchera, su trabajo u ocupación. Es cuestión de actitud; de honestidad y exigencia. Es cuestión de creer en uno mismo; renunciar a esos santitos o dioses; emanciparnos de todo eso que no nos permite crecer. Soy humanista y creo en la grandeza humana. 
                                                                             
Todo esto viene a la luz porque ayer en la noche me enteré que el tal Antonio Attolini, la versión  más apocalíptica de Diego Luna, y vocero del #YoSoy132, ¡estrena programa en Televisa! Así es. La empresa a la que tan duramente criticó en estas elecciones, le va a dar de comer.


Recapitulemos. Ese movimientillo, el #YoSoy132, surgió, supuestamente, como protesta por la manipulación de los medios de comunicación a la gente. Muchos hasta se atrevieron a compararlo con el del 68, aunque la diferencia fuera abismal. 

Los #YoSoy132 se ganaron la simpatía de muchísimos jóvenes gracias a nuestra cultura mesíanica que salió a flote de nuevo. Miles creyeron ciegamente en el movimiento esperando ese cambio tan buscado -desde 1810, para ser exactos-.

Mi pregunta aquí es la siguiente: ¿Por qué aceptar un programa de televisión? Y una duda aún mayor ¿Por qué en Televisa? ¿Por qué querer participar en un programa televisivo cuando el movimiento nació y creció en Internet, y podía ser más grande aún desde aquí? Y si el argumento es "porque la gente ve más televisión", ¿por qué en ForoTv, un canal que tiene... un punto de rating?

Aquí lo único que resalta es la incongruencia de estos hijos de papi y la brillantez de Televisa que, maquiavélicamente, contrató a quienes tanto la criticaron. ¡Igual que a Elena Poniatowska a quien le paga mil dólares por minuto cada vez que aparece en "El Noticiero", en la sección "En la opinión de" para hablar a favor de su dios el peje! ¿Cuánto le habrán pagado a Attolini?

Si el problema es que somos una sociedad manipulada por la televisión, aquí un razonamiento.

Sé que más de 60 millones personas se sientan a diario para sintonizar una telenovela mínimo. Pero ¿ustedes creen que un movimiento pedorro va a terminar con esa tradición? Obvio no. Les va este consejo que va a cambiar su vida: no es un movimiento el que puede hacerle frente a este duopolio televisivo; es una persona -y no mesiánica, sino poderosa-. Pues sí, lógica pura: Carlos Slim, el hombre más rico del mundo. Y hay dos maneras:

1) Dándole Internet a la gente ¿Se acuerdan cuando no teníamos acceso a Internet y solo veíamos televisión? Justo eso pasa con 70 millones de personas. Ven televisión porque no tienen Internet. Desde que tengo, solo prendo la televisión para entretenerme, no para informarme. Y no soy el único. ¿Me siguen?

2) La segunda manera para combatir la televisión es... con televisión. Que existan más cadenas de televisión. Carlos Slim tiene la infrae$tructura para poner en marcha un digno canal. No como la burla esa -Cadena Tres-.

Y las televisoras lo saben. ¿Por qué creen que han protestado en contra de Slim y sus empresas? Le temen a la idea de tenerlo como competencia televisiva. Piénsenlo.

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Basta de querer ver todo como una lucha entre el bien y el mal; entre ricos y pobres; entre justos e injustos. Entre blanco y negro. El mundo es más que eso. Hay puntos intermedios. Ya crean en ustedes y a cambiar el país desde lo que cada uno sabe hacer. Ni un mesías ni un movimiento dirigido por un tipo que vive como burgués, pero dice ser de izquierda, van a cambiar las cosas.

Nota al pie de página:
La llave para ser libres es conocernos a nosotros mismos.